A un grupo de investigadores les llamó la atención que se estuvieran muriendo las aves en Tiputini, una de las zonas más prístinas y vírgenes de la Amazonia y donde aún es menor el impacto de las actividades humanas. En un estudio, encontraron que el cambio climático podría ser la causa y que un “aumento de 1 °Celsius en la temperatura de la estación seca reduciría la supervivencia promedio de las aves en un 63%”.

Uno de los principales hobbies del ecologista John G. Blake ha sido ir, desde 2000, a Tiputini, uno de los lugares más recónditos y prístinos de la Amazonia ecuatoriana, con el objetivo de observar aves. Su rutina se centraba en despertarse antes del amanecer, caminar por la zona e ir tomando apuntes de las especies que veía. En algunos momentos, cuando se sumaban otros investigadores, la rutina se alteraba: elaboraban enormes redes para atrapar a los pájaros, los contaban y luego los liberaban.

Esta rutina se repitió durante los años, en algunos se registraba un alto número de especies, mientras que en otros disminuía la cantidad. Pero, en 2012, el grupo de investigadores liderado por Blake se llevó una sorpresa: las aves estaban muriendo. Lo estaban haciendo generación tras generación. Los números de las especies se habían reducido casi a la mitad, según recopiló en un artículo publicado en la revista Science Advances.

“Algo andaba mal (…) el coro del amanecer estaba silenciado. Faltaban cantos. Algunas especies simplemente desaparecieron”, añade en el artículo y dice que algunas especies parece que ya no estaban en la zona. La inquietud por este fenómeno surgió porque, si bien varios investigadores en América del Norte o Europa, ya habían advertido que el número de aves está disminuyendo principalmente por su o con los humanos, esto no sucede en Tiputini, pues está ubicada en una de las zonas más prístinas y vírgenes de la Amazonia.

Las primeras pistas las reunieron en 2015 cuando Blake, de la mano de Bette A. Loiselle, ornitóloga, publicaron un estudio en el que documentaban las disminuciones en las especies de aves. Pero, no señalaron con certeza las razones que estaban provocando esta situación. No encontraron un vínculo claro entre las enfermedades y los parásitos en la reducción de aves, aunque, al inicio, creyeron que pudo deberse porque se filtró una toxina o un contaminante desconocido. En ese entonces, sugirieron que la respuesta más probable era el cambio climático.

Esta hipótesis la lograron corroborar recientemente y en el estudio logran vincular directamente el aumento de las temperaturas con la disminución de las aves. Para llegar a esta conclusión, los investigadores realizaron un seguimiento de las aves que viven en el sotobosque del Proyecto de Dinámica Biológica de Fragmentos Forestales (BDFFP, por sus siglas en inglés) en comparación con datos climáticos detallados.

Los resultados de los investigadores señalaron que las estaciones secas más duras redujeron significativamente la supervivencia del 83% de las especies. Esto, advierten, significa que un “aumento de 1 °Celsius en la temperatura de la estación seca reduciría la supervivencia promedio de las aves en un 63%”.

Jared Wolfe, uno de los científicos investigadores del proyecto BDFFP, en entrevista con The Guardian cuenta que si bien es difícil determinar exactamente cómo el calor está provocando la disminución del número de aves, lo cierto es que “estas aves están intrínsecamente vinculadas a pequeños cambios en la temperatura y las precipitaciones”.


*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.

No hay comentarios aún. Deje un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *